martes, 23 de agosto de 2011

ABUB: EL PROTAGONISTA DEL VIENTO ANTIGUO

Hace más de cinco milenios, cuando las grandes civilizaciones del Tigris y el Eufrates habían abandonado la Edad del Cobre y se habían creado los asentamientos que aún perduran en nuestros días, la música seguía otras escalas más variables y naturales y eran otros los instrumentos que sonaban tanto en lo religioso como en lo profano.

Desde tiempos remotos se había descubierto la sonoridad de la flauta de caña y de las ocarinas naturales pero estos instrumentos no satisfacían la búsqueda de un timbre más animal (como el graznido de un pájaro) frente al ulular de una flauta de hueso u otro material. Se estima que en el 3000 a.C. hallaron las proporciones necesarias de este bisabuelo del oboe y lo hicieron en lo que ahora sería Siria y entonces era Sumeria (en concreto ocurrió al final del período Yemdet Nasr y principios del período Dinástico arcaico, momento en el que hubo un florecimiento de las ciudades).

Debido a lo temprano de su invención y a los movimientos de los pueblos indoeuropeos, de los propios sumerios y los babilonios, el instrumento no tardó en ser común en todo Oriente y Occidente. Así el abub, esa especie de chirimía o dulzaina original, se convirtió en toda una familia de protoinstrumentos de madera que englobaban todo lo que era viento, cañas y lengüeta (porque todos ellos se caracterizan por tener un cuerpo alargado terminado en una sección cónica y doble lengüeta).


El abub se convirtió ya en la Edad Oscura (o tal vez antes, durante la Civilización Micénica) en el aulós frigio (que utilizaron también griegos, fenicios e iberos, y los romanos como la tibia), y en el halil hebreo.

En el caso de estos últimos aún utilizan el instrumento en sus ceremonias religiosas hoy en día y es que, precisamente, mucho antes de que se tallasen ángeles cristianos tocando el aulós, el abub ya era objeto de simbolismo religioso: En la Grecia clásica los seguidores de Apolo (cuyo culto se relacionaba con los instrumentos de cuerda) se oponían a la práctica y escucha del aulós (relacionado con el culto orgiástico, es decir, a Dioniso y Cibeles —dioses que además eran extranjeros porque, en el caso de Cibeles, la habían introducido los frigios junto al abub y, aunque se desconocía su procedencia, a Diosinio se le llamaba en todas las tragedias griegas como "extranjero"—). En cambio los hebreos, ese pueblo que emigró del sur de Babilonia con su patriarca Abraham, tenían una verdadera adoración al abub; tanto que quedó escrito que en el Templo de Salomón se guardaba uno especial en un lugar santo, hecho de caña y forrado de oro, muy delgado y liso, con la forma de una corneta (como la que aparece en el símbolo de Correos). El destino del instrumento fue el mismo que el del templo pero su legado continúa.

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